FILOSOFÍA MORAL PARA TODOS
¡¡Hola a chicos y chicas!! Hoy os voy a dar la chapa con un tema apasionante y no es otro que el de la ética. Ética viene de "ethos", que significa carácter en griego, y sirve ni más ni menos para guiar nuestros actos de tal forma que no nos comportemos como monos de feria o psicópatas desalmados. El problema radica en que en nuestra sociedad la ética no te guay..., o eso creéis porque, ¿alguno de vosotros sale de fiesta con un mono de feria o un psicópata? Sabiéndolo digo...
En nuestra sociedad, ni los
políticos, ni los financieros, ni los líderes comunitarios, hacen gala de
poseer unos valores morales por los que guíen sus actos más allá de lo que les
dictan sus propios intereses egoístas. El problema de esta situación es que, al
igual que en una pirámide, los amoralidad de las supuestas “elites” se
transmite desde la cúspide hasta las bases sociales. Y en estas bases hay
muchas actividades que tocan temas espinosos y cuyos agentes implicados no
deben guiarse por sus propias fuerzas egocéntricas.
Los nuevos candidatos a
convertirse en objeto de la filosofía son las biotecnologías, la actividad
económica, los medios de comunicación, el consumo, etc. La realidad social en
sociedades pluralistas (en las que en su seno conviven diversos códigos
morales) insta no sólo a los éticos, también a gobiernos, expertos y ciudadanos
a buscar orientaciones comunes que tejerán las éticas aplicadas que abordarán
las cuestiones morales de una realidad social que demanda respuestas
multidisciplinares.
Una de las razones por las que nacen las éticas aplicadas
fue la necesidad de confianza. Nacen para elevar el ánimo de nuestras
sociedades, para moralizarlas. Por ejemplo el Código de Nüremberg nació como
consecuencia de las prácticas de médicos nazis o la ética de empresa nació como
consecuencia de escándalos como Watergate.
Las éticas aplicadas
sirven para detectar, en los distintos ámbitos de la vida social, principios
éticos y valores que se modulan de forma distinta en cada ámbito. Cada una de
ellas constituye la ética de una actividad social.
Por otra parte, que esa actividad
se desarrolle en una sociedad que ha alcanzado el nivel post convencional en el
desarrollo moral le obliga a perseguir sus bienes internos respetando un marco
deontológico que se expresa en la ética cívica de la sociedad. Y, precisamente,
el hecho de que la ética cívica reconozca que los seres humanos tienen
un valor interno es el que ofrece un criterio para valorar las consecuencias de
las decisiones.
Por tanto, las éticas
aplicadas constituyen la modulación de la ética cívica en las
distintas esferas de la vida social y la ética cívica constituye la base
ética común, por lo que las éticas aplicadas laicas derivan su capacidad
normativa de principios universalizables como la dignidad de la persona o la
defensa de la autonomía individual.
Al tener en cuenta una dimensión más práctica, aparentemente
desaparece la Ética o la Moral para diluirse en un baile de muchas éticas y en
la que cada esfera social cuente con una ética a su medida.
Pero las éticas aplicadas
no olvidan la ambición universalista que acompaña a la filosofía moral, ya que
se refieren a problemas sociales. La reflexión radica en la separación de la
dimensión pública-cívica que tienen las éticas aplicadas, pese a que
muchos de los problemas que abordan deben abandonarse a la libertad de elección
de los individuos, por la que cada cual busca su bien, más que concernir a
decisiones públicas que deberían ser aceptadas por todos.
La cuestión de fondo que deriva
de la distinción entre una esfera pública y otra privada es hasta qué punto las
elecciones privadas pueden acabar obstaculizando el objetivo de la justicia y
la vida en común.
Así las éticas aplicadas
tienen que moverse en unos ámbitos que se resisten a ser intervenidos porque
pertenecen al mundo privado, pero por otro lado no parece que un “liberalismo
moral” ayude a que la sociedad sea más justa. Y precisamente es esa dialéctica
entre lo general y lo singular la que han de establecer las éticas aplicadas.
En este sentido, el concepto de
autonomía ética es nuclear. La concepción de la moral kantiana coincide aquí
perfectamente con los requisitos de la democracia, desplegar la serie de
deberes que, como humanidad, tenemos la obligación de asumir. Deberes que han
de ajustarse a las pautas del imperativo categórico: no hagas nada que no sea
universalizable y respeta siempre la dignidad del ser humano.
Ojalá los líderes políticos y los
financieros se guiasen por una ética aplicada a su actividad
profesional. Parece algo razonable, ¿verdad?
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